lunes, enero 29, 2007

La vida en rosa


Me caigo de sueño y estoy helada de frío. Es lo que suele pasar los lunes en este dichoso despacho. El fin de semana ha hecho que la inhabitabilidad de la oficina sea algo más que notable, así que escribo esto con el abrigo puesto y unas ganas locas de irme a casa…ha sido un fin de semana movidito (para variar desde que comenzó el año).

Desde París llegó la vida en rosa, devolviendo nuestra visita a su bonita ciudad, cinco personas con ganas de fiesta llegaron el viernes, dos de las cuales y tras ciertos desajustes en los planes, se alojaron en mi casa, lo cual me hizo ser doblemente anfitriona en esta ocasión.

Viendo los fríos que nos asolan en esta semana, es de lógica que las noches han tenido que calentarse a base de alcohol y calor humano…como si de la estepa rusa se tratase, aunque en nuestro caso en lugar del vodka, utilizamos cerveza, sangría y una cantidad ingente de tapas y baile.

Y aunque en estos momentos mis dedos tienen una rigidez más que sospechosa y están adquiriendo una tonalidad azul, mi ánimo está templaito y trata de calentarse recordando lo ya aprendido y tantas veces olvidado, que no todo el mundo es un estereotipo, que ser de aquí o de allá solo implica unas ciertas diferencias siempre salvables cuando hay ganas y predisposición a entender y disfrutar al vecino.

Ciertamente, como un amigo me hizo notar, las mujeres francesas son deliciosas, yo añadiría, que no solo las mujeres.
Añadiría incluso que no solo tienen que ser franceses. Me atrevería a decir que las personas, si tienen la mente y el corazón abiertos son deliciosas…y no al modo de Hannibal Lecter…aunque siempre hay gente dispuesta a darte un buen bocado…

1 comentario:

Priamorex dijo...

A les enfants du la patrie to jour de glorie est arrive....vi le France.
Y las francesas.Sobre todo las francesas.