Volvía en el metro como uno de los miles de zombies enganchados al mp3...solo que no metida en mi cabeza, si no más bien poniendo la banda sonora al final de mi día, observando a la gente, riéndome del comentario sobre Babel de Javier Marías que me habían leído hacía media hora y pensando en si al final me iría sola o acompañada al norte. Sí, todo eso a la vez que Janice le daba al día de hoy la letra adecuada....I can’t stand the rain....
Fue entonces cuando papá e hija se sentaron frente a mí, charlando animadamente, y Igor me miró desde el bolso rosa que la niña llevaba colocado sobre sus rodillas.
“Hola” parecía decirme, “Hola, cuanto tiempo” le contesté yo mentalmente...el mejor amigo de Winnie de Pooh había decidido acompañarme un par de paradas...azul, de trapo, con sus orejas caidas y su mirada tímida...
No sé por qué siempre me ha gustado más Igor que Pooh, tal vez porque desde enana me he sentido identificada con él. Incansable despistado, siempre perdiendo su rabito, prendido a su trasero con una chincheta...nunca sabía donde, o si le faltaba, o si se daba la ocasión de que no lo había perdido, mirando hacia atrás por si acaso lo veía caído en el suelo a escasos pasos de su caminar...dulce, aparentemente cortito y con un deje melancólico...y que en el momento menos esperado de cada capítulo soltaba una frase, o una respuesta que te dejaba sentado en el sitio con la boca abierta sin morder tu bocata de Nocilla...¿eso lo ha dicho Igor?...joder que tío, los ha dejao a todos como a mi...que listo es...
Así que hoy he traído a casa una medio sonrisa melancólica escaleras arriba, pensando en si he perdido mi rabito, o si lo llevo puesto o en si alguien me lo dará unos días después pensando que no tengo nada en la cabeza...cuando en realidad tengo la impresión de que es al contrario, igual que Igor, tengo tantas cosas que alguna siempre se me resbala por un costado de la memoria...o por mi trasero...claro que ahora que lo pienso, el último que vino a devolverme el rabito no me miró con cara de “angelico...”, mayormente me dijo “¿sabes? Tienes una nuca para mordisquear horas...” y entonces me pareció bien que de vez en cuando no es malo perder el rabito, si te lo devuelven de tan buenos modos...sobre todo si puedes, como Igor, dejar a otro niño con la boca abierta sobre su bocata de Nocilla...
Fue entonces cuando papá e hija se sentaron frente a mí, charlando animadamente, y Igor me miró desde el bolso rosa que la niña llevaba colocado sobre sus rodillas.
“Hola” parecía decirme, “Hola, cuanto tiempo” le contesté yo mentalmente...el mejor amigo de Winnie de Pooh había decidido acompañarme un par de paradas...azul, de trapo, con sus orejas caidas y su mirada tímida...
No sé por qué siempre me ha gustado más Igor que Pooh, tal vez porque desde enana me he sentido identificada con él. Incansable despistado, siempre perdiendo su rabito, prendido a su trasero con una chincheta...nunca sabía donde, o si le faltaba, o si se daba la ocasión de que no lo había perdido, mirando hacia atrás por si acaso lo veía caído en el suelo a escasos pasos de su caminar...dulce, aparentemente cortito y con un deje melancólico...y que en el momento menos esperado de cada capítulo soltaba una frase, o una respuesta que te dejaba sentado en el sitio con la boca abierta sin morder tu bocata de Nocilla...¿eso lo ha dicho Igor?...joder que tío, los ha dejao a todos como a mi...que listo es...
Así que hoy he traído a casa una medio sonrisa melancólica escaleras arriba, pensando en si he perdido mi rabito, o si lo llevo puesto o en si alguien me lo dará unos días después pensando que no tengo nada en la cabeza...cuando en realidad tengo la impresión de que es al contrario, igual que Igor, tengo tantas cosas que alguna siempre se me resbala por un costado de la memoria...o por mi trasero...claro que ahora que lo pienso, el último que vino a devolverme el rabito no me miró con cara de “angelico...”, mayormente me dijo “¿sabes? Tienes una nuca para mordisquear horas...” y entonces me pareció bien que de vez en cuando no es malo perder el rabito, si te lo devuelven de tan buenos modos...sobre todo si puedes, como Igor, dejar a otro niño con la boca abierta sobre su bocata de Nocilla...
2 comentarios:
Tu historia en el metro me recuerda a una canción de Ismael Serrano de cuyo nombre no consigo recordar... :)
un besos enorme, Irene.
Joel
Hola , yo odio al maldito oso come miel ,(Traumas de la infancia ) Como vienes por aqui arriare las velas y pondre rumbo al puerto para verte .
Besos.
!Hace sol¡(Al menos hoy)
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