Acurrucada en el sofá viendo la tele, sentía la cercanía y el cariño.
Horas de asueto que necesitaba, pero que en realidad hoy, no sé si debiera haber dedicado a dejar volar mi mente.
El horóscopo no mentía esta mañana.
He sido rápida y convincente, profesional, emocional lo justo, para dar calor y apoyo.
Pero la tarde me ha traído el recuerdo de la niñez.
De esa niña pegajosa que fui, que sigue ahí.
Esa niña que aprendió que el espacio de cada uno hay que respetarlo.
Que aprendió que pedir un beso o un abrazo, o una caricia es algo que hay que dejar para mañana.
Que continúa sin poder dejar de rozar un brazo cuando habla, de dar un abrazo fuerte cuando le dejan.
Que sonríe siempre para abrir espacios y dejar entrar.
Y que hace mucho tiempo siente que cada vez sabe menos como hacerlo, como dar un achuchón y una caricia sin ser malinterpretada.
Y que sobre todo, echa de menos a alguien que se atreva a mimar, a sonreír, a abrazar, a dar una leve caricia.
A alguien no siempre pida y a quien no haya que llegar a pedir cuando las hormiguitas de la piel se adormecen y aletargan olvidando lo que es un mimo dado por nada.
Horas de asueto que necesitaba, pero que en realidad hoy, no sé si debiera haber dedicado a dejar volar mi mente.
El horóscopo no mentía esta mañana.
He sido rápida y convincente, profesional, emocional lo justo, para dar calor y apoyo.
Pero la tarde me ha traído el recuerdo de la niñez.
De esa niña pegajosa que fui, que sigue ahí.
Esa niña que aprendió que el espacio de cada uno hay que respetarlo.
Que aprendió que pedir un beso o un abrazo, o una caricia es algo que hay que dejar para mañana.
Que continúa sin poder dejar de rozar un brazo cuando habla, de dar un abrazo fuerte cuando le dejan.
Que sonríe siempre para abrir espacios y dejar entrar.
Y que hace mucho tiempo siente que cada vez sabe menos como hacerlo, como dar un achuchón y una caricia sin ser malinterpretada.
Y que sobre todo, echa de menos a alguien que se atreva a mimar, a sonreír, a abrazar, a dar una leve caricia.
A alguien no siempre pida y a quien no haya que llegar a pedir cuando las hormiguitas de la piel se adormecen y aletargan olvidando lo que es un mimo dado por nada.
3 comentarios:
Pues sí algo de razón tienes, porque a mi ya se me está olvidando qué era aquello de lo que hablas
Yo soy la mar de frío y calculador, pero de vez en cuando si que viene bien un achuchón. Lo malo es que tengo un colega que descubrió una cosa llamada stroking y se dedica a darte abrazos cada vez que le da el punto. Es la leche, le he tenido que convencer de que no soy del todo partidario de que me abracen y me besen hombres de mi mismo sexo (sobre todo si pesan más de 100 kilos) Por cierto. Por fin he incrementado mi lado oscuro. Intentaré ser más regular. besos
Yo tuve una época en la que me ponía nerviosísima que me rozaran, hasta que aprendí a sentirme a gusto conmigo y con los demás. Ahora a veces parece que quiero recuperar el tiempo perdido... es una manera más de estar cerca del otro, de cuidarnos :-)
Publicar un comentario