Ya es oficial. Vuelvo a mi antiguo puesto de trabajo. Sin cambio de condiciones, mismo sueldo, mismas horas. A petición propia, vuelvo a las trincheras, a trabajar con “mis chicas y mis niños”, a lidiar con colegios, ayudas, pisos y demás líos para conseguir que todos vuelvan a ser parte integrante y de pleno derecho del mundo en que vivimos.
No es que en mi actual puesto no hiciera nada por conseguir esto, pero lo hacía de lejos, desde la frialdad de un despacho, y me hacía perder la perspectiva de a quien beneficiaban mis horas enterrada entre papeles y números. Ha sido mi decisión egoísta, quería volver al campo de batalla, a la primera línea, a reír y llorar con ellas, a desesperarme y a hincharme como los pavos cuando salieran por la puerta rumbo a una vida mejor...o eso espero.
Y es que como iba viendo desde hace unos meses, no estoy hecha para encerrarme 8 horas entre cuatro paredes con una pantalla y una silla que conseguía que mi trasero comenzara a parecerse a lo que un día fue...la Catedral de Burgos, y el problema no sería tan grande si mis alas no estuvieran tomando las mismas proporciones, y no en cuanto a tamaño, sino en cuanto a tono gris y lastre, no se puede volar con unas grandes alas de rígido plomo, salvo que seas un B52...y no es el caso.
Así que después de dos duros meses, duros a todos los niveles y que agradezco en su mayoría se hayan resuelto como esperaba, por fin y a pesar del tremendo dolor de ovarios del día de hoy, hay una sonrisa plena en mi cara. Y la había echado mucho de menos. Hacía tiempo que el agudo dolor de un retraso menstrual (si, hasta ese punto nos afectan a las chicas los problemas y el estrés) no había sido tan bien recibido en esta mi casa.
Y en aquello por lo que no puedo hacer nada salvo esperar lo mejor, pues eso, esperaré siempre lo mejor, deseando que quien sea que mande en el destino no nos dé otra pedrada en el corazón.
No es que en mi actual puesto no hiciera nada por conseguir esto, pero lo hacía de lejos, desde la frialdad de un despacho, y me hacía perder la perspectiva de a quien beneficiaban mis horas enterrada entre papeles y números. Ha sido mi decisión egoísta, quería volver al campo de batalla, a la primera línea, a reír y llorar con ellas, a desesperarme y a hincharme como los pavos cuando salieran por la puerta rumbo a una vida mejor...o eso espero.
Y es que como iba viendo desde hace unos meses, no estoy hecha para encerrarme 8 horas entre cuatro paredes con una pantalla y una silla que conseguía que mi trasero comenzara a parecerse a lo que un día fue...la Catedral de Burgos, y el problema no sería tan grande si mis alas no estuvieran tomando las mismas proporciones, y no en cuanto a tamaño, sino en cuanto a tono gris y lastre, no se puede volar con unas grandes alas de rígido plomo, salvo que seas un B52...y no es el caso.
Así que después de dos duros meses, duros a todos los niveles y que agradezco en su mayoría se hayan resuelto como esperaba, por fin y a pesar del tremendo dolor de ovarios del día de hoy, hay una sonrisa plena en mi cara. Y la había echado mucho de menos. Hacía tiempo que el agudo dolor de un retraso menstrual (si, hasta ese punto nos afectan a las chicas los problemas y el estrés) no había sido tan bien recibido en esta mi casa.
Y en aquello por lo que no puedo hacer nada salvo esperar lo mejor, pues eso, esperaré siempre lo mejor, deseando que quien sea que mande en el destino no nos dé otra pedrada en el corazón.
2 comentarios:
Me alegro por ti. Lo más importante es sentirse totalmente a gusto con el curro que uno hace y si eso no ocurre... mal rollo.
un beso
Espero que la diosa Fortuna te sonria ,despues de todo eres una de las pocas personas altruistas que conozco.
Eso Suerte.
Besos.
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