Sigo buscando en el baúl de los recuerdos y encuentro un escrito que utilizaba para entretenerme a mí misma y practicar mecanografía allá por mis 18 años….puede que fueran 20, no lleva fecha, así que no estoy segura, paso a transcribirlo, mayormente porque esta tarde en que he rechazado varias citas por retorcerme cual lagartija por dolores ováricos necesito distraerme. Puesto que el “endrogamiento” que llevo en el cuerpo no parece suficiente para hacerme olvidar el dolor que me corroe. Es un texto largo, pero esta es mi casa y enrollo mis persianas como me sale de los mismísimos.
El texto es el que sigue:
“Esto no es otra cosa sino unas meras prácticas de mecanografía para ir cogiendo velocidad con este chisme.
Pero aún así, podría escribir algo coherente, como que los elefantes tienen una gran memoria, para lo que quieren claro está, porque cuando se trata de ver a quien le toca hacer la guardia por la noche por si apareciese algún cazador o león (cosa bastante improbable, no son los reyes de la selva como se dice, y los elefantes no se dejan arrebatar los títulos nobiliarios así como así), parece que nadie recuerda quien hizo la guardia el día anterior, “uséase”, que tienen memoria selectiva como todo hijo de vecino.
Pero finalmente siempre se ponen de acuerdo, le toca al que tenga menos ojeras de la manada, cosa natural, puesto que se supone que las ojeras salen cuando uno uno duerme, y lógicamente será porque no ha hecho guardia desde hace tiempo, son unos bichos muy listos, ya se sabe, la madre Naturaleza no suele equivocarse con sus criaturas.
O por lo menos no con casi todas, hay una excepción, el hombre, o mejor dicho, para que no se me tache de machista o discriminatoria, la humanidad. ¿Por qué narices estamos aquí? ¿Qué milagrosa decisión tomó aquella noche la sabia Naturaleza para dejarnos sobre la faz de la tierra? ¿Estaría celebrando su creación y se agarró tal pedal que dotó (supuestamente) de una mente privilegiada al único animal que por sus dotes físicas estaba destinado a ser el buffet libre de los grandes carnívoros?
Misterios de la Naturaleza, un error que tal ve pague con la destrucción de un planeta azul que rebosa vida, hasta que el “ser racional” decida que es demasiado bello, inteligente, superior y egoísta como para compartir “su” planeta con el resto de los mortales.
Después de haber despotricado a gusto contra el homo sapiens, especie a la que parece ser pertenezco, aunque lo que se dice sapiens, sapiens no me considero, no es que sepa mucho, mi corta experiencia como ser vivo, mi poco rodaje en estos tiempos que corren (si no vuelan), voy a perder un poco más el juicio, y a perder de paso el hilo de lo que estaba diciendo. ¿Qué se supone que estaba tratando de explicar?
¡Ah! Sapiens, eso, pues lo dicho, que yo no es que sea muy sapiens que digamos, pero los hay que lo afirman de forma rotunda y, personalmente creo que no deberían ser tan categóricos en sus afirmaciones, no sin antes haberse mirado al espejo y reconocerse en él de forma absoluta, pues ya se sabe que, el que dice todo aquello que piensa no suel pensar demasiado en lo que dice.
Y esto es lo que quería decir, o por lo menos lo que me ha salido, puede que yo tampoco haya dicho exactamente lo que había pensado.
Por otro lado, podríamos hablar de la sexualidad del berberecho salvaje en cautividad, que si en su estado natural suele ser más bien escasa, pueden ustedes imaginarse lo que es que te coarten y te vigilen las únicas tres veces al año en que puede mantener algo más que una agradable conversación entre burbujas con la hermosa berberecha que tienes a tu lado, roca con roca, tu vecina de al lado como quien dice. Y como digo hermosa berberecha digo berberecho de rompe y rasga que se pasa un año a tu vera luciendo concha y tu esperando la época de celo, porque como es bien conocido por todos, el gran respeto que los berberechos (tanto salvajes como civilizados y comedidos) tienen por sus costumbres y tradiciones es muy grande, algo de tal vez lleguen a arrepentirse algún día, puesto que también es bien sabido que la represión de los impulsos naturales puede llevar a grandes desequilibrios psicológicos. Ese fue el caso de un conocido berberecho, muy bien situado en su comunidad, tan respetuoso de las tradiciones como el que más, al que se le vino a vivir una prima lejana que se había quedado huérfana después de una mariscada clandestina en las rías bajas. El caso es que la berberecha en cuestión era bastante voluptuosa y lozana, con una hermosa concha irisada que ella lucía con frescura por todo el bloque de edificios (los berberechos viven en una especie de urbanizaciones, todos juntitos y apiñados, comprenderán por qué ese estricto control natal, y moral, si no fuese así…¿de dónde creen que viene la famosa frase “cualquier hijo de vecino”?) y claro, nuestro angustiado berberecho se comía la concha (la propia) cada vez que algún otro se le acercaba con insinuaciones y para colmo fuera de la época de cría, así que tanto deseaba a aquella preciosa berberecha que no comía, no dormía, no trabajaba (claro, claro dirán, ¿y en que se supone que trabaja un berberecho?, pues no se crean que es poco trabajo el mantenerse pegado a una parcela todo el santo día y con el peligro de que pueda venir cualquiera y te la usurpe), sigo, y lógicamente con tanto estrés nuestro amigó adelgazó tanto que murío de anorexia nerviosa, y ni siquiera pudo conseguir que su prima tuviera la deferencia de esperarle hasta la época de cortejo, lo cierto es que ésta se había enamorado de un mocetón alpinista que se dedicaba a escalar de balcón en balcón y que casualmente se coló una noche calurosa en el lujoso apartamento de la susodicha.
Cambiando de tema, no sé a que tema cambiar, creo que el cerebro no me da para mucho más, o puede que me de para bastante más pero hoy esté remolón y no quiera hacer más esfuerzos por continuar con esta charada, o lo que quiera que sea esto. Espero que su lectura les haya resultado agradable, o por lo menos haya llenado ese tiempo vacío e insípido que todos tenemos y tememos en algún momento del día, por lo menos a mi me ha resultado estimulante su redacción.
Esperando que no necesiten más de estas mis estúpidas y extrañas disertaciones, se despide:
Larra Gaña
Supongo que he conseguido el mismo fin que buscaba hace 12 años cuando lo escribí, y la verdad es que funciona…he olvidado durante 20 minutos el intenso dolor.
El texto es el que sigue:
“Esto no es otra cosa sino unas meras prácticas de mecanografía para ir cogiendo velocidad con este chisme.
Pero aún así, podría escribir algo coherente, como que los elefantes tienen una gran memoria, para lo que quieren claro está, porque cuando se trata de ver a quien le toca hacer la guardia por la noche por si apareciese algún cazador o león (cosa bastante improbable, no son los reyes de la selva como se dice, y los elefantes no se dejan arrebatar los títulos nobiliarios así como así), parece que nadie recuerda quien hizo la guardia el día anterior, “uséase”, que tienen memoria selectiva como todo hijo de vecino.
Pero finalmente siempre se ponen de acuerdo, le toca al que tenga menos ojeras de la manada, cosa natural, puesto que se supone que las ojeras salen cuando uno uno duerme, y lógicamente será porque no ha hecho guardia desde hace tiempo, son unos bichos muy listos, ya se sabe, la madre Naturaleza no suele equivocarse con sus criaturas.
O por lo menos no con casi todas, hay una excepción, el hombre, o mejor dicho, para que no se me tache de machista o discriminatoria, la humanidad. ¿Por qué narices estamos aquí? ¿Qué milagrosa decisión tomó aquella noche la sabia Naturaleza para dejarnos sobre la faz de la tierra? ¿Estaría celebrando su creación y se agarró tal pedal que dotó (supuestamente) de una mente privilegiada al único animal que por sus dotes físicas estaba destinado a ser el buffet libre de los grandes carnívoros?
Misterios de la Naturaleza, un error que tal ve pague con la destrucción de un planeta azul que rebosa vida, hasta que el “ser racional” decida que es demasiado bello, inteligente, superior y egoísta como para compartir “su” planeta con el resto de los mortales.
Después de haber despotricado a gusto contra el homo sapiens, especie a la que parece ser pertenezco, aunque lo que se dice sapiens, sapiens no me considero, no es que sepa mucho, mi corta experiencia como ser vivo, mi poco rodaje en estos tiempos que corren (si no vuelan), voy a perder un poco más el juicio, y a perder de paso el hilo de lo que estaba diciendo. ¿Qué se supone que estaba tratando de explicar?
¡Ah! Sapiens, eso, pues lo dicho, que yo no es que sea muy sapiens que digamos, pero los hay que lo afirman de forma rotunda y, personalmente creo que no deberían ser tan categóricos en sus afirmaciones, no sin antes haberse mirado al espejo y reconocerse en él de forma absoluta, pues ya se sabe que, el que dice todo aquello que piensa no suel pensar demasiado en lo que dice.
Y esto es lo que quería decir, o por lo menos lo que me ha salido, puede que yo tampoco haya dicho exactamente lo que había pensado.
Por otro lado, podríamos hablar de la sexualidad del berberecho salvaje en cautividad, que si en su estado natural suele ser más bien escasa, pueden ustedes imaginarse lo que es que te coarten y te vigilen las únicas tres veces al año en que puede mantener algo más que una agradable conversación entre burbujas con la hermosa berberecha que tienes a tu lado, roca con roca, tu vecina de al lado como quien dice. Y como digo hermosa berberecha digo berberecho de rompe y rasga que se pasa un año a tu vera luciendo concha y tu esperando la época de celo, porque como es bien conocido por todos, el gran respeto que los berberechos (tanto salvajes como civilizados y comedidos) tienen por sus costumbres y tradiciones es muy grande, algo de tal vez lleguen a arrepentirse algún día, puesto que también es bien sabido que la represión de los impulsos naturales puede llevar a grandes desequilibrios psicológicos. Ese fue el caso de un conocido berberecho, muy bien situado en su comunidad, tan respetuoso de las tradiciones como el que más, al que se le vino a vivir una prima lejana que se había quedado huérfana después de una mariscada clandestina en las rías bajas. El caso es que la berberecha en cuestión era bastante voluptuosa y lozana, con una hermosa concha irisada que ella lucía con frescura por todo el bloque de edificios (los berberechos viven en una especie de urbanizaciones, todos juntitos y apiñados, comprenderán por qué ese estricto control natal, y moral, si no fuese así…¿de dónde creen que viene la famosa frase “cualquier hijo de vecino”?) y claro, nuestro angustiado berberecho se comía la concha (la propia) cada vez que algún otro se le acercaba con insinuaciones y para colmo fuera de la época de cría, así que tanto deseaba a aquella preciosa berberecha que no comía, no dormía, no trabajaba (claro, claro dirán, ¿y en que se supone que trabaja un berberecho?, pues no se crean que es poco trabajo el mantenerse pegado a una parcela todo el santo día y con el peligro de que pueda venir cualquiera y te la usurpe), sigo, y lógicamente con tanto estrés nuestro amigó adelgazó tanto que murío de anorexia nerviosa, y ni siquiera pudo conseguir que su prima tuviera la deferencia de esperarle hasta la época de cortejo, lo cierto es que ésta se había enamorado de un mocetón alpinista que se dedicaba a escalar de balcón en balcón y que casualmente se coló una noche calurosa en el lujoso apartamento de la susodicha.
Cambiando de tema, no sé a que tema cambiar, creo que el cerebro no me da para mucho más, o puede que me de para bastante más pero hoy esté remolón y no quiera hacer más esfuerzos por continuar con esta charada, o lo que quiera que sea esto. Espero que su lectura les haya resultado agradable, o por lo menos haya llenado ese tiempo vacío e insípido que todos tenemos y tememos en algún momento del día, por lo menos a mi me ha resultado estimulante su redacción.
Esperando que no necesiten más de estas mis estúpidas y extrañas disertaciones, se despide:
Larra Gaña
Supongo que he conseguido el mismo fin que buscaba hace 12 años cuando lo escribí, y la verdad es que funciona…he olvidado durante 20 minutos el intenso dolor.
7 comentarios:
I. eres la leche. Sólo a tí se te ocurren estas cosas XDDDD. Como siempre eres genial, aunque el texto no sea tuyo.
Un Besito para que te se te pase pronto.
Edu
...el texto es mío Edu, es solo un seudónimo que si fueras asturiano entenderías ;)
Besote
Pues si el texto es tuyo mis felicitaciones y gracias por el buen rato,jajaja!!!
Me recordó mucho a Terry Pratchett.
Besotes,guapa!!
pobre berberecho, fijo que soñaba con ser percebe
muy bueno xD
una delicia leerte, muy divertido. Lo del berberecho es una putada, pero lo de los elefantes es abandono del trabajo.
¡Caramba con la primita berberecha...! Ya ves lo que les pasa a los muy virtuosos. Él se murió y ella se quedó tan fresca. Que te mejores, querida. Besos.
jaja
Ibuprofeno con omeprazol!
En mi país las chicas ya no recuerdan que tuvieron ovarios.
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