Acurrucada en el sofá viendo la tele, sentía la cercanía y el cariño.
Horas de asueto que necesitaba, pero que en realidad hoy, no sé si debiera haber dedicado a dejar volar mi mente.
El horóscopo no mentía esta mañana.
He sido rápida y convincente, profesional, emocional lo justo, para dar calor y apoyo.
Pero la tarde me ha traído el recuerdo de la niñez.
De esa niña pegajosa que fui, que sigue ahí.
Esa niña que aprendió que el espacio de cada uno hay que respetarlo.
Que aprendió que pedir un beso o un abrazo, o una caricia es algo que hay que dejar para mañana.
Que continúa sin poder dejar de rozar un brazo cuando habla, de dar un abrazo fuerte cuando le dejan.
Que sonríe siempre para abrir espacios y dejar entrar.
Y que hace mucho tiempo siente que cada vez sabe menos como hacerlo, como dar un achuchón y una caricia sin ser malinterpretada.
Y que sobre todo, echa de menos a alguien que se atreva a mimar, a sonreír, a abrazar, a dar una leve caricia.
A alguien no siempre pida y a quien no haya que llegar a pedir cuando las hormiguitas de la piel se adormecen y aletargan olvidando lo que es un mimo dado por nada.
Horas de asueto que necesitaba, pero que en realidad hoy, no sé si debiera haber dedicado a dejar volar mi mente.
El horóscopo no mentía esta mañana.
He sido rápida y convincente, profesional, emocional lo justo, para dar calor y apoyo.
Pero la tarde me ha traído el recuerdo de la niñez.
De esa niña pegajosa que fui, que sigue ahí.
Esa niña que aprendió que el espacio de cada uno hay que respetarlo.
Que aprendió que pedir un beso o un abrazo, o una caricia es algo que hay que dejar para mañana.
Que continúa sin poder dejar de rozar un brazo cuando habla, de dar un abrazo fuerte cuando le dejan.
Que sonríe siempre para abrir espacios y dejar entrar.
Y que hace mucho tiempo siente que cada vez sabe menos como hacerlo, como dar un achuchón y una caricia sin ser malinterpretada.
Y que sobre todo, echa de menos a alguien que se atreva a mimar, a sonreír, a abrazar, a dar una leve caricia.
A alguien no siempre pida y a quien no haya que llegar a pedir cuando las hormiguitas de la piel se adormecen y aletargan olvidando lo que es un mimo dado por nada.