Colocó la manita de goma negra salvaesquinas de la mesa del salón, herencia de un familiar con bichos tendentes a darse contra ella, encendió un cigarrillo y miró a su alrededor...sudaba, el sol entraba por el ventanal del salón, la televisión cotorreaba...orden a su alrededor. No había polvo. No había pelusas de pelos gatunos rodando a su alrededor. Olía a limpio.
Y se sintió cercana a su madre, casi pareció comprender esa casi obsesión de ella por la limpieza y el orden. Sintió que tal vez, para poder empezar a poner orden en su cabeza, en su vida, era necesario tener un espacio físico acorde...
"Si quieres mejorar el mundo, empieza por tu casa" pensó...y una leve sonrisa asomó a sus labios, sin esfuerzo, algo que últimamente no era lo más habitual...el esfuerzo, hasta la extenuación, era últimamente su compañero de cama, esfuerzo para levantarse, para sonreír, para cantar, para salir, para escribir...algunas mañanas incluso para respirar...
El cigarro yacía apagado en el cenicero de cristal...buscó el mechero y lo encendió, recostándose en el horrible sofá, también heredado.