sábado, octubre 06, 2012

Sol en el norte

Los días soleados en el norte desfilan por la ventanilla del autobús que me lleva, de nuevo, al trabajo. Es increíble lo bonito que parece todo enmarcado en ese verde intenso...las casas no son grises, son azules, rojas, verdes, amarillas...el mundo hierve a mi alrededor.

La tranquilidad vuelve, al menos de momento, la actividad diaria me devuelve a mi ser, ahora soy docente, enseñar, contar, compartir y aprender, esas doce chicas que cada día esperan ante la puerta del aula me cargan las pilas. Todas tan diferentes, todas tan interesadas. No deja de sorprenderme que todavía tenga la capacidad de mantener la atención de un grupo de personas durante cuatro horas, que pregunten, que participen, que pidan ampliación de materia...y prácticas en un curso totalmente teórico. Una tranquilidad que, si nada lo remedia, finalizará en algo más de cuatro semanas.

No es mi materia de especialidad, no es mi temario apasionante, pero si es mi mundo, comunicar, compartir, aprender...

Y los bichos peludos a la vuelta que acuden disparados en cuanto abro la puerta del patio, y el ogrito cansado y contento al filo de las ocho y media con ese beso en los labios.

Y mi gente de siempre, que parpadea en la pantalla o en la puerta de casa, casi cada día.

Cualquiera diría que soy feliz :)

4 comentarios:

Canichu, el espía del bar dijo...

¿¡Das un curso de cuatro horas!?

Anónimo dijo...

Lo eres, cariño. La felicidad está en las pequeñas cosas. Las grandes epopeyas siempre son agridulces.

iralow dijo...

Canichu...si, no te quiero contar como tengo la garganta ;)

Rojita, cuanta razón tienes :)

iralow dijo...
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