domingo, octubre 25, 2009

Paradojas

¿Como se puede orientar a nadie hacia la consecución de sus derechos laborales cuando están pisoteando los tuyos?
Es una pregunta que siempre me he hecho, y que en teoría, trabajando en el sector en que lo hago no debería haber tenido que hacerme nunca...pero eso solo en teoría.
La realidad es que, cuando tengo un horario estupendo, un sueldo medio decente y unos buenos compañeros, tengo un curro de mierda; cuando tengo unos buenos compañeros y un sueldo medio decente, tengo un horario de mierda. El curro es cosa aparte, pero llevadero en la mayoría de los casos.
No, no voy a decir que cuando tengo todas las condiciones tengo unos compañeros de mierda, porque mentiría, pero sí que existe ese par de personajes en cada trabajo que hacen que la injusticia general se haga más patente. Me explico:
Compañer@ inútil, intransigente, vago o todas las cosas a la vez que hacen que te plantees el porqué te han contratado si lo que valoran es un lameculos incompetente, o un inútil lameculos. (la cualidad de succión o lamida suele ir asociada a tan altos adjetivos, no me preguntéis por qué...).
A título personal me considero más mula de carga en trinchera que cualquier otra cosa.
De hecho mis dos últimos trabajos terminaron más por este motivo de incomprensión y no aceptación (por mi parte) que por otra cosa...da que pensar a veces que no soporto un trabajo estable...otras que no soporto imbéciles...en ambas ocasiones se volvió a solicitar mis servicios, y dije "no gracias", así que imagino que es más bien por la segunda opción.
En fin, no voy a decir tampoco que en esta ocasión esté descontenta con el equipo, más bien debo decir todo lo contrario, creo que por primera vez tengo l@s mejores compañer@s que podría tener, y el trabajo es estupendo, libertad de acción y de decisión, y en apariencia, confianza por parte de quien se supone, ha de valorar nuestro trabajo.
¿El problema? El sueldo y el horario inversamente proporcionales al genial ambiente que se respira. Incluso prescindiendo del sueldo, sería capaz de quedarme más tranquila si todavía pudiese disfrutar de mi vida personal.
Este hecho se expuso a la dirección, con argumentos para la adaptación del horario más que lógicos (se trata de un proyecto de orientación laboral a desempleados), implicando una total atención del servicio en los horarios que tenían establecidos (innecesarios a mi entender y al de quien trabaja en el área laboral), pero consiguiendo un par de tardes a la semana para que al menos, pudiéramos atender a nuestra vida personal más básica (familia, amigos, novios...vivir, en definitiva).
La respuesta es clara ¿cierto? Si no, no estaría desahogando, y planteándome una vez más, para qué coño quiero que me guste lo que hago en el trabajo, si no puedo hacer nada más que eso.
Hace tiempo que me prometí que no volvería a dar al trabajo un minuto de mi tiempo más del estipulado salvo hecatombe laboral. Mi vida es otra cosa.
Y mi vida se acaba de ir por la puerta para meterse 400 km de vuelta a casa, como cada domingo.
Mi vida se ha ido hace una semana a Roma a ver a su sobrina y todavía no he podido llamarla a una hora prudencial.
Mi vida lleva sin sonreirme y hablarme con lengua de trapo desde hace otra semana, porque cuando llego ya está en la cama, como debe ser.
Mi vida me quita horas de descanso porque es el único modo de verla y disfrutarla un poco.
Mi trabajo abarca entre 12 y 14 horas, entre idas, venidas y tiempos de descanso (que para que coño quiero yo 2 horas para comer cuando me cuesta 1 y cuarto solo llegar a mi casa..), no me permite disfrutar los fines de semana (ahí entramos en lo económico) sin hacer malabarismos a final de mes, ni compensa mínimamente las pérdidas que le suponen a mi corazón los minutos que no paso con aquellos a los que quiero.
Entonces, la decisión es sencilla ¿verdad?. Pues no, lo será en junio, porque soy tan gilipollas de terminar lo que empiezo.

martes, octubre 06, 2009

Él dice, ella dice...

"Me haces muy feliz..."
No tienes ni la más remota idea de lo que es eso.
Tendrías que ser yo mientras te miro para saberlo.
Y tal vez, solo tal vez, pudieras hacerte una ligera idea de lo que es, e intentar explicármelo.
Claro que, tú podrías decirme lo mismo.
Puede que en eso consista.
Puede que sea por todo eso, y por nada de eso.
Podrían ser las enormes ganas de llorar y comerte a besos cuando dices cualquier cosa como si no estuvieras diciendo nada importante.
Cuando me miras porque te miro y preguntas ¿qué? con cara de no saber lo que acabas de hacer...cuando acabas de conseguir que esta cínica irredenta vuelva darse cuenta que lo de hace un minuto no era quererte...no era ni la mitad de querer de lo que te quiere al segundo siguiente...y de lo que te querrá en tu próximo ¿qué?...
Como sigas así va a terminar por darme un ataque...de tí...voy a por el desfibrilador...ven cuando quieras.