martes, febrero 25, 2014

..Tienes que escribirlo...

¡Tienes que escribirlo, tienes que escribirlo tú! ¡Por favor! Como te lo conté, pero con tus palabras, como tú sabes... 
Y eso hago...
Espero que no te sientas decepcionado, los sueños son propios, los relatos de todos, la imaginación...libre...

Tras verla semidesnuda, como cada miércoles de primeros de mes, desde hace un año, tumbada sobre la camilla para su revisión, vuelve a tener la misma sensación de querer abrazarla y devorarla entera...sabe que aquello no está bien. 
Es su primer año de residencia, y ella está entrando en la cuarentena.
Conoce su nombre, su riesgo asumido y su imborrable sonrisa, a pesar de tener la espada de Damocles sobre su cabeza, ella siempre sonríe. Charla animadamente con todo el mundo, del tiempo, de las noticias, de su nuevo corte de pelo y pregunta por los hijos del personal del equipo como si fuesen sobrinos propios o niños conocidos y queridos.
No es la mujer más hermosa que conoce, su cuerpo tal vez ya no es lo que debió ser a los 20, aunque tampoco eso lo sabe, pero su voz, su forma de moverse y su mirada viva, curiosa y pícara la hacen irresistible a sus ojos.
Nunca habla de ella misma, no sabe si está casada, si ama a hombres, a mujeres o a ambos, solo que no tiene hijos y que trabaja casi todo el tiempo en algo relacionado con la administración.
Solo sabe que la quiere, así, sin más. 
A pesar de no haber cruzado con ella a solas más palabras que un hasta luego, o la cháchara compartida con el resto de las personas presentes en la consulta, siente que hay algo entre ellos, cierto o imaginado, le da lo mismo. Tiene claro que esa ensoñación le hace más llevaderas las interminables guardias, dobles turnos y siestas de 10 minutos en los boxes vacíos.

Mientras ella se viste tras el biombo, cae en la cuenta de que están a solas y, extrañamente, se siente un invasor de su intimidad, así que amablemente le dice que sale un momento y que volverá por si tiene alguna pregunta.
Sale de la sala y busca un rincón privado para serenarse y poder adoptar el papel que le corresponde, así que entra en el despacho contiguo y se sienta de espaldas a la puerta, respirando hondo.

Ella entra sin apenas llamar cogiéndolo todavía desprevenido y rodea la mesa para colocarse frente a él.

"Pablo, ¿estás bien?"
"Ahm, si, ¿por qué lo preguntas?"
"Te he notado cansado, callado y algo triste ahí dentro. Tus ojos suelen sonreírme al entrar, demasiadas horas en pie imagino."
"Lucía, tengo que darte una noticia que no es excesivamente buena..."

Ella sonríe y sin pensarlo, coloca su mano en la boca de Pablo, negando con la cabeza "Todavía no" dice.

Sin pensar, Pablo atrapa la mano entre las suyas y la besa con los ojos cerrados, tratando de inspirar el aroma y el calor de aquellos dedos indiscretos. 
Al abrir los ojos la mirada de Lucía está clavada en él, con una expresión decidida, se inclina y lo besa en los labios, suavemente primero, con más urgencia a medida que se estrecha el abrazo entre ambos.
Mientras se besan, desabrocha su pantalón y comienza a explorarlo, al tiempo que sus caderas comienzan a moverse rítmica y lentamente..."demasiado tiempo" susurra..."demasiado joven", "un cuerpo firme"...no deja de hablarle al oído, aunque más bien parece pensar en voz alta.
Pablo siente como entra en ella, se deja  hacer, es suyo, no tiene elección y adora esa sensación, en ese momento esa mujer es todo lo que existe en el mundo, y está con él. No le da tiempo a pensar más, demasiado rápido, demasiado tiempo esperando, demasiada excitación.
Ella le sonríe sentada a horcajadas sobre él, se retira tras besarlo y comienza a recomponer su ropa.
"¿Dónde crees que vas?" le dice
" Vamos, nos van a ver, no estaría bien"
Ahora es Pablo quien la atrapa, en pie junto a la puerta..."no, somos dos, y si te vas, entonces si que no estará bien..." y comienza de nuevo a besarla y acariciarla por debajo de la ropa interior. 
Lucía parece reaccionar a cada caricia, lo mira sin despegar los labios, respirando fuerte, observando directamente las expresiones de él mientras la recorre con sus manos y su boca. 
 Vuelve a estar listo, y Lucía no puede evitar soltar  una carcajada, mucho tiempo desde que algo así le había sucedido...y vuelve a suceder, pero esta vez él manda...y lo hace hasta el final.

Cuando vuelven a la sala de revisión sigue sin haber nadie allí.
"Tengo suerte de que mi médico siempre se tome su tiempo con cada paciente" bromea Lucía.
Pablo hace una ligera mueca y trata de volver a la situación anterior al episodio del despacho.
Pero ella se adelanta..."Déjalo, sé lo que me vas a decir. Me ha parecido mejor la opción B de antes...es una buena forma de despedirme de...en fin, le diré al cirujano que me diga cuando empezamos con el preoperatorio".
Y acto seguido sale por la puerta, dejando a Pablo digiriendo cómo podía saber ella lo que iba a decirle.

Ha pasado casi un año y Pablo no ha vuelto a ver a Lucía, quien sin previo aviso solicitó su historial médico y pruebas para cambiar de hospital. 
Pablo no sabe a qué se debe, pero tampoco sabe qué ha podido ser de ella, no responde al teléfono, mensaje entendido.
Más de 365 días grises desde aquella tarde, solo sabe que el traslado fue al hospital de la Fé, y su cambio a pediatría no le ha permitido investigar más.

Mientras camina hacia el parking, su cabeza no deja de dar vueltas a aquel encuentro y despedida.
Una mujer de melena morena y rizosa se apoya sobre el capó de su coche y sonríe.
"Hola Pablo, pareces cansado"
La reconoce al instante, y mil emociones acuden a él en tromba, felicidad, alivio, ira...todas a la vez...
"Si, Pablo, enfádate conmigo, ódiame si quieres...pero en casa"

Dos figuras abrazadas un sábado en un parking a las 3 de la madrugada no siempre son  amores de barra..

Ya ves, al final, lo he escrito.

jueves, febrero 20, 2014

Recarga...

Recarga de pilas, este San Enamoradín me ha traído visita sorpresa de mi hermano y mi amigacuñáfavoritadelmundomudial...mi gordito sabe qué regalarme además de una rosa que ya forma parte del conjunto decorativo rojo y verde del salón...y ahí se quedará con suerte cuando se seque, como la que me regaló porque sí hace algo más de año y medio.

Cañas, vermús extremos al sol pacense, bares de barrio con camareros añejos y simpáticos mezclados con copas en antros recién descubiertos, con perros y punkys con rata al hombro incluida....

En agradadecimiento ambos se han ido sobados de pies a cabeza, espaldas, vientres y pechos masajeados para llevar mejor las resacas...es lo que tiene que necesite practicar para que todo el que se ponga en mis manos salga feliz y relajado...

Y nada, ahora pasando la semana sin los mimos de mi rubio, cuyo trabajo se lo lleva un poquito más lejos de lo debido y le obliga a dormir sin mi pecho pegado a su espalda y viceversa...es lo que tiene la necesidad de comer a diario...aunque estos días no me apetece mucho. Imagino que tenerte cerca me da hambre...de todo, y a falta de ti...solo me caben ensaladitas y agua.

Lo dicho, adoro las visitas sopresa que traen abrazos, risas, trasnoches y resacas...que os quiero y punto, aunque eso imagino, lo sabéis de sobra...."me se nota" demasiado...creo yo...

miércoles, febrero 05, 2014

Suponeres...

Supongo que inaugurar un año nuevo en febrero no es muy lógico, pero me he dado cuenta que hacía bastante que no redecoraba mi casa.

Mañana cumple años mi chiquitina, 2 añitos y un dedito rápido maneja el Ipad mejor que yo...y eso que todavía no se la entiende cuando habla...porque hablar habla, sin parar, otra cosa es que se la entienda...

Supongo que el temporal que nos azota afecta al humor raro que arrastro, eso y el dejar de fumar...

Hoy he visto un montón de viernes con concierto, y me recuerda todos los que me he perdido en el casi año que llevo fuera del norte...conciertos, quedadas, cumpleaños...eventos importantes que echo de menos...

Lo cierto es que lo que más echo de de menos no son estas cosas, son los cafés, las llamadas inesperadas al timbre, las cenas improvisadas de 15 en una cocina con capacidad para 4, los me quedo a dormir aunque mañana trabaje, los no duermo aunque mañana trabaje...el que cuenten contigo sin pensar...

Y eso, que echo de menos el no tener que mendigar un poquito de atención que no sea la de los gatos...el no sentirme una sin techo emocional...

Odio los días en los que la cabeza solo me trae sensaciones feas que el corazón le manda...y que acepta sin revelarse...supongo que las guerreras de vez en cuando también lloran...