sábado, octubre 28, 2006

Inciso vacacional

Esperando que la Gorda termine de cenar, me dedico unas líneas a mi misma, porque esto de escribir ha sido siempre mi peor droga...miento, el tabaco es la peor, esta es la más adictiva.
Estoy en un inciso vacacional, disfrutando del clima suave de levante y de la familia, la que hay y la que está por venir...puede que incluso venga a este mundo hoy...nunca se sabe.
Pues eso, que tenía que decir cuatro cosas, aunque fueran de refilón, que me hacían falta estos días y los venideros junto al lejano mar del norte, para retomar lo que viene siendo mi vida desde hace unos 4 meses, papeles, papeles y más papeles...echo de menos tratar personas en lugar de números, echo de menos llegar hecha cisco al final de un día largo y lleno de problemas tan reales que se tomaban el café contigo, y hecho de menos el hablar de ellos con naturalidad, el que me apetezca hablar de ellos...puede que si la situación no cambia a la vuelta, cumpla con mi deber y después decida cambiarla yo. Para estar "administrando" por la mitad de dinero y de mala gana no he dejado yo de "administrar" por el doble, que no nací administradora y sí nací ser social. Y el que me entienda, que me compre.
Me voy a cenar que ya va siendo hora.

domingo, octubre 22, 2006

Ayer

Burbujas y risas frescas,
lluvia y viento en la cara,
música, y ritmos arcanos.
Sábados y amigos lejanos se mezclan
en mi memoria reciente.

El día de ayer,
la noche de ayer,
fueron fiesta y besos,
y abrazos y encuentros furtivos
de pasos escasos, aderezo de licor.

Medicina para la memoria
que enferma de ligero olvido,
trastorna la mente, y un cuerpo
termina dolorido y tenso.

La mañana de mañana
arrastrará los pasos pesados
por un camino de hierro y fuego.
Hacia la rutina.
Hacia el final.
Hacia el descanso.
El descanso de la lucha
cuerpo a cuerpo contra el fracaso.

jueves, octubre 19, 2006

No soy yo, es Terminus

No era yo, aunque suscriba lo que el texto anterior explica, no es mi escrito, fue un intercambio que nos hicimos Terminus y yo. Nos gustó la idea, de hablar de algo que ya habíamos comentado entre cervezas, decir lo que ambos habíamos pensado alguna vez, lo que nos ha sugerido cualquier momento de charla, con las palabras del otro.

Así que si os gustó, estéis de acuerdo o no, ya sabéis donde encontrarlo, un tío estupendo donde los haya, un amigo en el camino. El que os hablaba el post anterior, que nos regala sonrisas y Guinness en cualquier momento.

Y yo hoy he seguido a la caza y captura de mi lugar en esta gran ciudad, pero todos los teléfonos comunicaban, así que me he tomado un algo en Comendadoras, en buena compañía y nos hemos dedicado (la compañía y la yo) a deleitarnos con las vistas de dos patas que paseaban por la ciudad otoñal, arrebujaditos en sus chaquetas, con una medio sonrisa, supongo que porque mañana es viernes.

A la vuelta a casa, en el autobús, me he dado cuenta que el Boss comenzaba hoy su gira por estas tierras, y me lo ha confirmado una señora que en los 20 minutos que llevabamos de trayecto nos ha desvelado (a mi y al autobús entero), los misterios de su vida como abuela, la guardería, lo cerquita que le queda a su hija de casa, la chica tan fantástica que han conseguido para cuidar al peque…y al pasar por delante de la Plaza de Toros de las Ventas ha sentenciado: “…uy si, un montón de gente, que lo he visto hoy en el telediario, que han dicho que cantaba hoy aunque lloviera, un tal Esprin...güilis”.

Y ná, que me ha jodío recordar que no tenía entradas para ver a mi amado Espringüilis.

martes, octubre 17, 2006

El Camino

“Caminante no hay camino…” Así comenzaba Machado o “El camino” de Delibes. Ambos hablan del camino, el primero con un camino místico a través de la vida. El segundo el camino que cruza el umbral de la niñez.

¿Quién nos guía en ese camino? Cuan largo y a la vez breve se nos hace el caminar por la vida. Es fácil perderse en ese caminar, es fácil equivocarse en los muchos de los cruces que nos salen al encuentro.

A veces nos damos cuenta y retrocedemos, otras simplemente o no nos percatamos o por pereza o miedo no desandamos lo recorrido.

Con que nitidez vemos los rumbos ajenos, desde lejos es fácil distinguir la senda pero… ¿Y la nuestra? Nunca estamos seguros cual es la nuestra y a veces… casi con demasiada frecuencia encontramos que no somos nosotros, que no soy yo.

Y hoy menos que nunca.

jueves, octubre 12, 2006

Kissing a fool

Los primeros compases de la canción la hicieron sentir bien. El piano suave, solo, introducía una voz melosa y susurrante de hombre. Un hombre que canta a un amor perdido, a un amor mentiroso, a un amor cobarde, vanidoso.
Y se pregunta como puede amarse a alguien que quiere de esa manera.
“No puedes cambiar a la forma de sentir de la gente” continúa la canción, y su piel recuerda como es sentir el calor de un cuerpo, esa respiración al oído, esas miradas de cristal, esas caricias que abrasan.

Se recoge el pelo sobre la nuca, y pasa suavemente la mano por el hueco de su cuello y canta…no lo hace bien, pero lo hace con la voz ronca, sabiendo que esa es su canción. O lo fue, o lo será.

“..y la gente siempre hará que un enamorado se sienta un idiota, pero tu sabías que te quería, pudimos enseñarles a todos…darararara…” sigue cantando al compás de la música, y comienza a bailar, lentamente, abrazando el vacío de su habitación. Y es curioso, porque sonríe…. Ella canta a la pérdida y sonríe.

Y yo que la observo a través de mi ventana trato de comprender como una mujer tan hermosa puede cantar al amor perdido y sonreír como ella lo hace.

Una sensación de incomodidad me recorre, como si estuviera cometiendo un acto oscuro con ella, violando un momento que parece tan íntimo, me avergüenzo y decido dejarla sola Tengo que afeitarme antes de salir, mis amigos esperan en el bar de abajo.
Decido dejar de mirarla, pero no lo consigo, no puedo, no quiero, está de espaldas, con el pelo recogido, mostrando un esbelto cuello. Lleva puesta una enorme camisa de hombre y nada más. Quiero tocarla. Quiero tenerla debajo de mi, sobre mi, hacerla reír y preguntarle como puede tener una sonrisa como la que hace unos segundos iluminaba su cara mientras canta una canción tan triste.

Pero está claro que eso nunca ocurrirá, no va a volver a besar a un tonto, al mismo tonto que la hizo sentir transparente una vez. Y entonces me doy cuenta, no es solo su canción, también es la mía, yo la he hecho mía, con un amor mentiroso, cobarde y vanidoso.

Suena el teléfono, tengo que bajar al bar, “hay unas pibas acojonantes” chilla la voz al otro lado del hilo, “baja ya cabronazo, esta noche vamos de caza”.

lunes, octubre 09, 2006

Simón


Cuando era pequeño adoraba destripar todos los aparatos que caían en sus manos, fuesen juguetes que los Reyes le dejaban bajo la cama de sus padres o viejas cámaras de fotos llenas de polvo que se apilaban en los cajones del taquillón, en aquel enorme salón con ventanas que daban al mar.
Aprovechaba cuando sus padres echaban la siesta y se sentaba en la alfombra, junto a la mesa de madera y mármol. Comenzaba la operación armado con un pequeño destornillador. El abuelo se lo había dado a escondidas, con un guiño travieso, el mismo día en que su madre le contaba un poco alterada la afición del niño. “Nada escapa a sus manos, tengo que tenerlo todo bajo llave”.

Simón recordaba aquellos días con cierta nostalgia, si bien su pasión por conocer las cosas por dentro le había llevado profesionalmente donde estaba, investigando en nuevas tecnologías, ya no lo hacía con la misma curiosidad de entonces. Todo tenía protocolos, reglas, normas, métodos de actuación. Todo estaba previsto. Los resultados eran anticipados y por norma, solían coincidir en la realidad con las hipótesis planteadas.
Ya no había sorpresas, no tenía que adivinar para qué servía cada componente, o como adaptarlo para que sus funciones fueran útiles según el medio al fueran a aplicarse.

El mundo de los adultos era demasiado pequeño, demasiado previsible, como si poseyera una bola de cristal en la que podía ver todo lo que ocurriría, antes de que pasase. Aplicando las mismas leyes científicas a su vida diaria podía provocar toda clase de reacciones. Sabiendo que, al igual que en sus investigaciones, los resultados confirmarían totalmente las hipótesis aventuradas.

Y se acostumbró a ello, y fue perdiendo poco a poco al niño que fue, tratando de ignorarlo, dedicaba sus horas libres a todo aquello que en cierto modo, elevaba su mente y su adrenalina, aunque en el fondo sabía que eran meros estímulos artificiales, un placebo, para acallar esa voz infantil que clamaba en su interior.

El domingo se presentaba tranquilo y soleado, y decidió ir a correr al parque, a pesar de la monumental resaca que le había producido la noche anterior. Oxigenar los pulmones y el cerebro le vendrían bien. Se calzó las deportivas y la ropa vieja de deporte y salió en dirección a la arboleda junto a la fuente vieja.

Después de una hora, deshizo el camino andando, y al llegar de nuevo a la fuente, pudo observar a una niña que manipulaba un tostador, probablemente sacado de la basura. Junto a ella había otra serie de chismes aparentemente viejos, un reloj de campana, un muñequito andador, un trozo de lo que parecía haber sido un avión de juguete…

Simón se acercó a ella y le ofreció su ayuda para arreglar el tostador. Soy un experto, le dijo.
La niña lo miró divertida, con unos vivos ojos castaños, y le dijo. “Ah, ¿pero es que está roto?”.
Simón sonrió a su vez, sorprendido en mucho tiempo, y preguntó “¿Acaso no lo está? ¿Te has tostado el pan esta mañana con él y te lo has traído de paseo?”

Lo miró de hito en hito, como si estuviera loco. “¿Tostarme el pan con esto?. Perdona, pero esto no es un tostador”.

“¿Entonces, qué es lo que es?”, volvió a preguntarle.

“¡Tsk! Hay que ser así de viejo para no verlo, esto es una caja de sorpresas, para los amigos. Mira, metes caramelos, o flores o lo que tu quieras, bajas la palanca y cuando se los quieras regalar a alguien, le das al botón y todo salta a las manos de tu amigo.”

Simón la miraba perplejo, y encantado, aquella visión de lo que podía ser un tostador era algo que él no se habría planteado nunca, por lo menos no ahora. “Así que no necesita arreglo, bueno, entonces te dejo con tu caja de sorpresas….”

La niña dio unos golpecitos con su mano en la piedra de la fuente, como indicándole que se sentara. “Tengo muchas más cosas aquí, a lo mejor alguna necesita arreglo y tú puedes ayudarme…”

“¿Cómo te llamas? Yo soy Simón”, se presentó.

Sonrisa ladeada, y pecas, respondieron a la pregunta “Elena, me llamo Elena, y aquella es mi máma”. Simón vio a una mujer que esperaba pacientemente en un banco, sin dejar de observar la escena que se producía junto a la fuente.
“¿No se enfadará tu mamá porque hables con alguien tan mayor? Vamos a presentarme, ¿quieres?”

Elena volvió a sonreír, mostrando una ortodoncia que hacía que su forma de hablar tuviera un ligero ceceo. “No pasa nada Simón, ella me ha dicho que seguro que tú podrías ayudarme con mis cacharros.”

Un escalofrío recorrió su espalda, y en cuestión de segundos un millón de sensaciones olvidadas acudieron a su cuerpo, la curiosidad, el nerviosismo, la emoción de lo espontáneo, el miedo deliciosamente desconocido, el vértigo, el estómago en la garganta…y el valor que se necesitaba para vencer todo eso y ganar. O perder, pero seguir ganando, no quedarse con la incertidumbre final.

Volvió a mirar a Elena, pero esta vez más detenidamente, observó su carita redonda, su sonrisa ligeramente de lado y el modo casi adulto en que le había explicado su realidad.
La miró y supo. Supo quién era él, supo en qué momento había dejado de serlo, supo por qué se había hecho desaparecer. Supo que si volvía a anticipar hipótesis no habría camino de regreso.
Levantó la mano y saludó a la mamá de Elena, “cuanto tiempo…demasiado” pensó.
La mujer esbozó una sonrisa, correspondió a su saludo y continuó la lectura que había dejado pendiente de aquel encuentro. Siguió sonriendo largo rato después del saludo.

Simón y Elena se afanaban y discutían qué estaba roto y qué no lo estaba, y reían bajo el sol dominical.

sábado, octubre 07, 2006

Hierro 3

Es difícil decir algo tan hermoso sin palabras. Acabo de ver una película en la que sus protagonistas eran los únicos que no hablaban. Hierro 3.
No creo que pueda extenderme mucho más, solo sonrío y decido escribir. Hay veces en que solo hacen falta las palabras justas, cuando son dichas desde dentro.
Esta noche saldré a buscar silencios y belleza, entre la multitud que abarrota la ciudad y que se pierde entre ruidos y gritos...que no significan nada.

jueves, octubre 05, 2006

Sin ganas

Esta semana que me la borren del calendario, que me la borren por favor, quisiera saber donde se consigue un borrador de momentos, una máquina del tiempo, para deshacer lo que ha pasado en estos últimos 4 días.
Creo que pocas ocasiones he deseado esto. Cuando una cosa va detrás de otra no te paras a pensar, actúas como un animal, por instinto y te defiendes de los golpes, de los reales y de los que no lo son. Y te proteges, pero también dañas, y es horrible.
Mierda, yo quería poder escribir algo divertido, alegre y espontáneo.

miércoles, octubre 04, 2006

Caerse del guindo

Hoy es un dia especial, he tenido una estupenda jornada de trabajo, recuperando archivos perdidos de casi un año de trabajo, mi cita para comer se ha anulado, el piso que tenia que recoger sigue en lugar y descanso porque he cogido frio a la vejiga y solo he podido que ir del sofá al baño y del baño al sofá. Pero estaba contenta, porque preparaba unas vacaciones estupendas junto al mar para final de mes. Me las merezco, me las he ganado, son mias.
Así que será lo que haga, me iré junto al mar con las personas que me quieren de verdad y que me cuidan y que procuran que me sienta bien cada vez pueden. Levante allá voy.
Puede que estas no sean las que tenía planeadas en un principio, más que nada, se me ha caido un guindo de proporciones bíblicas en la cabeza, esta noche, y claro, pues como no se puede ganar siempre (a ver cuando Zeus, Odin o los extraterrestres deciden que me toca ganar a mi en algo) y se me han ido los planes a tomar por culo, para variar cuando se trata de hacer planes conjuntos con quien no conoces bien. Siempre surje algo. Así que voy a hacer los mios propios, olvidarme del resto del mundo y pensar en mi, que para eso es mi vida.

domingo, octubre 01, 2006

Descanso

Cansada, cansancio, dulce.
Chocolate, salado, deseo caramelo
sobre mis labios.

Mil labios, partidos, rotos, almibarados.
Agujetas en el alma,
agujetas en los brazos.
Agujetas con pestañas
quien necesita un descanso…


Y despues de estas cuatro frases lanzadas al azar, asociación de palabras, creo que me voy a dormir un ratito…largo, y desde mañana hasta el viernes, las horas extras me pareceran eternas, o un paseo por el parque, depende de la nube en la que me dé por quedarme.